En los últimos cinco años se ha reportado el robo en el mar de 850 motores fuera de borda, que luego son usados en actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico. Ante un inminente asalto de los piratas, los pescadores artesanales se ven obligados a cortar sus redes para huir y salvaguardar su vida. La piratería es una de las principales causas del abandono de artes de pesca, lo que está afectando gravemente el ecosistema, la biodiversidad y la sustentabilidad pesquera.
Martha Luz Forero Castellanos
La piratería no es una cosa del pasado: cinco siglos después de la presencia del temible corsario Francis Drake (Tavistock, Inglaterra, 1540-Portobelo, Panamá, 28 de enero de 1596), a lo largo de la Costa Pacífica, continúan existiendo los piratas que asaltan, matan y dejan destrucción a su paso. Ya no usan galeones, no roban oro ni trafican con esclavos. Ahora, en las aguas de los Bajos de Atacames, en la Provincia de Esmeraldas, operan como peligrosas bandas que utilizan lanchas rápidas para sustraer los motores fuera de borda de los pescadores artesanales. Esta actividad delictiva tiene relación directa con el tráfico de drogas. Los piratas despojan a sus víctimas de motores, GPS, teléfonos celulares y todo lo que encuentran de valor. Mariano Olmedo, presidente de la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Nuevo Porvenir, de Súa, afirma que los pescadores, a causa de los robos, se han venido quedando sumidos en la pobreza, sin herramientas de trabajo, endeudados y casi sin esperanzas de un mejor mañana. El mismo Olmedo ha perdido cuatro motores que le representan un capital de 27.000 dólares. La cooperativa ahora reúne 25 socios y 10 lanchas. Una década atrás eran 50 socios y 40 lanchas. Un motor, fuera de borda, nuevo cuesta alrededor de 7 mil dólares, valor significativo para un pescador que tiene un ingreso mensual entre 100 y 850 dólares.
PESCA ARTESANAL. La pesca es la principal actividad productiva de las comunidades costeras de Esmeraldas, Ecuador. Foto: Lino Morejón.
Los Córdova (familia de pescadores de Súa), por ejemplo, han perdido un patrimonio de 70.000 dólares. “Siempre me han robado. Llevo 10 motores, tres lanchas, cuatro trasmallos…”, declara Ricardo Córdova, el padre, quien afirma que todos los días teme por la vida de sus hijos, hermanos y amigos, que salen a pescar, sin la seguridad de que vayan a regresar a casa sanos y salvos. La pesca es para ellos la única forma de sustentar a sus familias y se ven obligados a correr los riesgos que existen.
Ricardo Córdova, hijo, ha sido víctima de los piratas que se acercan en lanchas rápidas a los botes de los pescadores para robarlos, cuando estos se encuentran en plena faena. “Esa escena es una cosa traumática”, narra. “Usted se queda en shock, se paraliza y deja que ellos actúen no más, y usted resguarda su vida”. Córdova añade que se han dado casos de compañeros que han sido asesinados, ante la menor resistencia en el momento del robo.
Otro testimonio de la situación que atraviesan los pescadores en Esmeraldas es el de José Mojarrango. Él también fue asaltado hace 12 años. Recuerda que eran cerca de las 7 de la mañana, cuando unos hombres vestidos de militares se acercaron a la lancha donde él iba con otros pescadores y les pidieron detenerse. Luego comenta: “Nosotros dijimos: son los marinos, pero habían sido los piratas. Sacaron los motores y se los llevaron, y así robaron a unos compañeros más”. La máquina que le sustrajeron a Mojarrango costaba 5.000 dólares. “Nosotros vimos a los piratas y los denunciamos, y los detuvieron, pero al poco tiempo estaban libres”, señala. Desde entonces, para preservar su vida y sus bienes, solo sale a pescar de día y nunca muy lejos de la costa.
ALTA DEMANDA. Los motores fuera de borda son el blanco de las bandas delictivas. Los roban para usarlos en el transporte marino de sustancias ilícitas. Foto: Lino Morejón.
Olmedo, como líder de la cooperativa de pescadores de Súa, ha pedido ayuda a la Capitanía del Puerto de Esmeraldas, pero ha sido en vano. Considera que la autoridad “sí sabe quiénes son los grupos irregulares que van y roban y le hacen daño al sector en toda la Provincia de Esmeraldas”, dice con vehemencia. “Hay momentos -y las autoridades conocen- en que (los piratas) se tiran tres días robando, día y noche, en el mar”, afirma indignado porque no se aprehende a los malhechores.
En los últimos cinco años, la Capitanía del Puerto de Esmeraldas ha recibido denuncias por 850 motores robados en el mar. Sin embargo, según el jefe de la institución, capitán de navío de Estado Mayor, Aurelio Mejía Espinoza, “no hay ninguna persona detenida” por ese delito. La causa obedece a “la ausencia de autoridad” en su zona de jurisdicción, debido a que la mayoría de las unidades de vigilancia no están operativas, por falta de renovación de los equipos y presupuesto para el respectivo mantenimiento.
La cifra de motores sustraídos podría representar solo un 50 por ciento de lo que verdaderamente le han arrebatado a los pescadores en el último quinquenio, y, según las entrevistas realizadas a algunos de ellos, no todos los robos los denuncian o reportan ante las Fuerzas Armadas. Con frecuencia los afectados temen a las represalias de las bandas criminales y prefieren guardar silencio.
La piratería en Esmeraldas también ha dejado desaparecidos, viudas y huérfanos. Virlenis Vera aún llora a su esposo, Elías, y lamenta que él no haya podido ver a su hijo graduado en la universidad. Un día lo despidió en la caleta pesquera cuando salió a la faena. Sin embargo, Elías no regresó con vida, pues fue víctima de los piratas. Ante el asalto su reacción fue huir, pero alcanzó a recibir tres balazos que lo hirieron de gravedad. Murió en el trayecto a la población pesquera de Tonchigüe.
En el 2021, la estudiante de maestría Annalise M. Povolo realizó la investigación titulada Causas de las artes de pesca perdidas, abandonadas o descartadas desde la perspectiva de los pescadores de Esmeraldas, Ecuador, para obtener el título de maestría en ciencias en el Centro Leibniz de Investigaciones Tropicales (ZMT), en la Universidad de Bremen, Alemania. Ella encontró que “los pescadores perciben a la piratería como la principal causa de abandono de artes de pesca en el fondo del mar”.
El anterior dato lo corrobora Matthias Wolff, coordinador general del Proyecto Redes Fantasma (Ejecutado entre octubre de 2019 y diciembre de 2021), en el que participaron el Centro de Investigaciones Tropicales Leibniz ZMT, la Universidad de Bremen y la Universidad San Francisco de Quito. El científico afirma que hay grupos de piratas que atacan a los pescadores con botes súper rápidos y que, para huir del peligro, estos cortan sus redes. “Nuestra investigación y entrevistas -con mucha gente aquí en la región- muestra que es el factor más importante para la pérdida de redes en la zona”.
Cómo roban los piratas
El jefe de Operaciones de la Capitanía del Puerto de Esmeraldas, teniente de fragata guardacostas, Líder Rázuri, por las denuncias recibidas sabe que las bandas de piratas, por lo general son “conformadas por seis personas, las cuales están fuertemente armadas”. Dice que se movilizan en dos embarcaciones. Al encontrar a un grupo de pescadores en un área determinada, lo que hacen es atacar primero a una lancha, y, luego, ésta la utilizan como medio de transporte para asaltar a otras naves pesqueras. Declara que los piratas pueden llegar a robar “entre 20 y 30 motores en un mismo día”.
Rázuri representa la autoridad marítima en las poblaciones de Atacames, Tonchigüe y Muisne, distantes de la ciudad de Esmeraldas: 28, 55 y 83 kilómetros, respectivamente. Las principales denuncias que recibe son por robo de motores y de botes. Explica que los motores fuera de borda tienen una alta demanda por parte de los asaltantes en esta zona y que estos robos “están relacionados con el tráfico ilícito de sustancias sujetas a fiscalización”.
El teniente Rázuri afirma que las bandas operan alrededor de la milla 20, y que luego desplazan las naves hacia el Límite Político Internacional, donde para ellos (la autoridad portuaria) no está permitido cruzar. “Lo que se hace con la Capitanía de Tumaco es intentar -a través de la coordinación internacional- coger a estas bandas delictivas allá en Colombia”.
RIESGO CONSTANTE. Las caletas pesqueras son el punto de salida y llegada de la faena. Los pescadores se arriesgan cada día a los ataques de la piratería en alta mar. Foto: Lino Morejón
Un residente de la zona de Esmeraldas, que prefirió el anonimato, considera que los piratas están inmersos en la comunidad, “en las mismas bahías, en cada una de las caletas pesqueras”. Dice que hay pescadores que operan como “informantes”. Asegura que los piratas tienen datos precisos sobre las actividades de pesca, “saben el rumbo, por donde van (los pescadores) y qué motores llevan”. La misma fuente, cree que la forma de combatir la piratería sería a través de equipos de intercomunicación entre los pescadores y la Capitanía del Puerto.
Daños ambientales
Matthias Wolff considera que el abandono de redes en Esmeraldas “es una situación realmente grave”. Un equipo de buceo científico, a su cargo, reportó haber hallado redes fantasma en el 90% de los sitios visitados en los Bajos de Atacames. La cifra es preocupante si se tiene en cuenta que, en el mundo, un 10% del plástico en el mar procede de las redes fantasma, cuyo material sintético puede durar hasta seis siglos en degradarse. Al fragmentarse las artes de pesca se convierten en microplásticos, los cuales son consumidos, no solo por las especies marinas, sino también por los humanos, a través de la cadena alimenticia.
TRAMPA MORTAL. Las redes fantasma causan muerte y contaminación en el fondo del mar. Rompen y tapan los corales, que son el sitio de refugio de muchas especies marinas. Foto: Micaela Stacey.
Las redes perdidas dañan el hábitat marino al causar la ruptura y muerte de corales, que sirven de refugio de otros organismos. Mientras que las redes flotan en el agua son capaces de atrapar recursos que no llegan a ser consumidos, lo que se conoce como “pesca fantasma”. Los peces atrapados en la red atraen a otros peces, lo que demuestra que las redes fantasma son trampas letales para las especies marinas.
REUTILIZACIÓN DE REDES FANTASMA. Una vez rescatadas del fondo marino, las artes de pesca pueden ser utilizadas en artesanías, cultivos urbanos, jardines verticales, entre otros usos. Foto: Javier Oña.
Javier Oña, coordinador científico del Proyecto Redes Fantasma, declara que durante su ejecución se recuperaron 604 kg de artes de pesca, con los cuales se siguen haciendo investigaciones. Por ejemplo, se identifica a las especies que crecen sobre las artes de pesca fantasma, lo que permite establecer el tiempo que han permanecido las redes en el agua. Hay evidencias de que algunas de ellas tienen más de tres años en el fondo del mar. Otra parte de estos elementos rescatados, se están reutilizado en actividades agrícolas como huertos urbanos, fosos de compostaje y encierro para animales de granja.
Judith Denkinger, profesora de Ecología del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales, COCIBA de la Universidad San Francisco de Quito, y directora del Proyecto Redes Fantasma, afirma que las redes que se pierden y se quedan adheridas a las rocas, arrastran a los corales e impiden su crecimiento, lo que es muy perjudicial, “porque los arrecifes de coral son criaderos de peces, y si no existen se afecta la biodiversidad”.
PARGO DIENTÓN. Esta es una de las especies afectadas por las redes fantasma en los Bajos de Atacames. Se cotiza a buen precio en los mercados, por lo que también es sobre explotada. Foto: Verónica Rojas.
Asimismo, Gabriela Navarrete Forero, ecóloga pesquera, destaca que la pesca fantasma está también degradando el hábitat de especies comerciales como el pargo dientón (Lutjanus argentiventris) y el pargo lunar (Lutjanus guttatus), las cuales sufren, además, la amenaza de la sobrepesca, en los Bajos de Atacames.
En este mismo sentido, Denkinger, considera que se está perdiendo un ecosistema muy diverso en la zona de Esmeraldas. “En esta época, lo más valioso que tenemos es la biodiversidad, porque es el sustento de la vida”. Señala que “mientras menos diverso se hace un ecosistema, es menos resiliente”, es decir, “está menos preparado para un cambio”. Para ella, “más diversidad, significa más poder para adaptarse a nuevas condiciones”.
La científica puede comparar el ecosistema actual con el que existía hace 15 años en los Bajos de Atacames, porque sus investigaciones en el lugar datan del año 2006. “Ahora está totalmente cambiado”, dice. Tiempo atrás “nosotros buceamos toda esta zona, desde Esmeraldas hasta Muisne y vimos arrecifes que estaban llenos de vida. Era un acuario, había tantos peces, era como un paisaje con diversos y abundantes corales, todavía existía algo de coral negro (Antipathes panamensis), que también se perdió. Encontrábamos el Spondylus, que es una concha que ya está en peligro de extinción”. Hoy en día, el mismo escenario, es “testimonio de lo rápido que los humanos son capaces de destruir ecosistemas marinos, como los arrecifes de Esmeraldas”.
¿Cómo podría mitigarse esta situación?
Para mitigar la situación actual de los pescadores, Olmedo usa su fuerte liderazgo en el gremio y busca otras alternativas de subsistencia. Con los socios de la Cooperativa Nuevo Porvenir, tiene la idea de gestionar -por ejemplo- un proyecto que fomente el turismo en la zona de Esmeraldas, entre julio y septiembre, época del avistamiento de ballenas. Esta actividad turística les ayudaría a reducir la dependencia económica de la pesca, durante la temporada. No obstante, mantendrían una pesca de subsistencia para alimentar a sus familias. Para esto no usarían redes, sino anzuelos con carnada.
Para frenar la piratería, Olmedo destaca la importancia de la vigilancia permanente en la zona, con el propósito de identificar a todas las personas que se transportan en lanchas. Sin embargo, para mejorar la seguridad, la Capitanía del Puerto de Esmeraldas requiere mayor presupuesto. En el 2021 la institución recibió del Estado solo 185 mil dólares, de los 245 mil presupuestados para ese año; y en el 2022, cuenta con 70 mil dólares para cubrir toda la operación, según lo informa el capitán Aurelio Mejía Espinoza.
Otras causas por las que existen artes de pesca perdidas, o abandonadas en el fondo del mar, según Povolo y Wolff, son el enredo accidental de redes en las rocas durante la faena, o el mal clima, porque cuando hay tempestades a los pescadores se les dificulta mantener el control sobre sus artes. También la liberación de ballenas o tortugas ocasiona que deban cortar las redes para liberarlas.
Ante la situación, Denkinger afirma que la solución de la contaminación marina está en promover el “no más plástico”, en las artes de pesca. Añade que antiguamente, para elaborarlas, los pescadores usaban fibras naturales -como la de coco, o de algodón – y que volver a esos materiales beneficiaría el medio ambiente, puesto que son fibras que con el tiempo sí se degradan.
Sin embargo, como lo afirma Navarrete, los pescadores actualmente no tienen acceso a materiales de pesca amigables con el ambiente. El Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca permite la importación de material plástico y no existe prohibición para su uso (Resolución No. 010-2016 Comex, Anexo 1.).
“Lo que los pescadores encuentran en las ferreterías para armar sus artes son elementos sintéticos. El inconveniente se da porque no existe una disponibilidad de materiales biodegradables y se sigue importando redes plásticas, que además son baratas. Los pescadores compran las mallas ya hechas, y las ensamblan, no las tejen. Aunque quisieran hacerlo, no tienen acceso a materiales biodegradables para fabricarlas”, señala Navarrete.
Si bien las redes biodegradables serán mejores para la vida marina y el ecosistema, no resuelven la crisis de los pescadores en Esmeraldas. Las víctimas directas de la piratería, las viudas y los huérfanos sin esperanza, las familias que lloran a los desaparecidos, y todo un país afectado por la contaminación del mar, todavía requieren de un Estado que dicte políticas coherentes y medidas eficientes para combatir este flagelo. Hasta entonces, los ataques de bandas delictivas en el mar en Esmeraldas seguirán causando daños y pérdidas como sucedía en el siglo XVI con las acciones vandálicas del corsario Francis Drake en aguas del Pacífico.
*Este reportaje fue producido con el apoyo de la Earth Journalism Network de Internews